Mucho podríamos hablar, teorizar y debatir sobre la vida y obra de Emily Dickinson, considerada una de las mejores poetas estadounidenses. Podríamos hablar de cómo escribió cerca de 1800 poesías y solo diez de ellas vieron la luz mientras vivió, supuestamente sin su conocimiento y, por supuesto, sin su nombre. O podríamos hablar de cómo eligió la reclusión, donde siguió haciéndose grandes preguntas sobre la naturaleza, la vida y la muerte a través de sus poesías.
Podríamos… pero en lugar de hacerlo vamos a dejar que con su poema, Emily ponga a las personas silenciosas (¿especie en peligro de extinción?) en primer plano, reivindicando así el poder de los silencios, el no hablar por hablar, el disfrute del mundo interior, la reflexión… Sin duda, un contraste con la época en la que vivimos de incontinencia verbal y vociferadores.
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