EMILY DICKINSON, poetisa estadounidense que con solo 14 años comenzó a explorar bosques y prados cercanos para recolectar flores que después prensaba llegando a crear un herbario con más de 400 especímenes que ahora podemos disfrutar en la obra HERBARIO ANTOLOGÍA BOTÁNICA que es una joya donde tenemos la suerte de acercarnos a sus hojas y flores acompañadas de sus propios versos.
De este modo accedió a la ciencia de forma sinuosa, como tenían que hacerlo las mujeres de la época, poniendo el arte al servicio de la Botánica, para salvar los obstáculos de la moral Victoriana.
Hacía brotar sus poemas con mano hábil y mirada precisa, desde ese espacio natural y edénico que fue su casa en Amherst ( Massachusetts) en la que nació en 1830 y murió en 1886.
Hasta pasados cuatro años de su muerte no se publicó su primer poemario; posteriormente, a lo largo de sucesivas ediciones, llegaron a rescatarse alrededor de 1.800 poemas. No fue hasta a partir de 1920 que Dickinson alcanzó su posición prominente en la historia de la literatura norteamericana.
Los poemas de Dickinson recorren los bosques en mitad de las noches, trepan los árboles, encuentran pájaros dormidos…
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